Ahora bien, desde un principio Fidel Castro y Rafael Díaz-Balart jamás compaginaron, la enemistad por la diferencia de clases, pensamientos políticos, y actuar político marcó la relación entre ellos. Con la llegada del 1959, y por ende la toma del poder por parte Fidel, obligó a que huyeran los Díaz-Balart y se exiliaron en los Estados Unidos, sellando así toda relación que los unía a Fidel y los Castro. Solo Mirtha, quién ha confesado a diversos medios que Fidel Jr. fue su único lazo con el líder comunista; pero no lo vería más desde el momento de su separación.
Con todo esto en mente podríamos entender el por qué del famoso discurso del Dr. Rafael Díaz-Balart (3), un hombre que según Ecured -no estudió y que su frustración política lo llevó hacer un despreciable terrorista y a codearse de ellos-. Y sí, el rencor de Rafael por Fidel era muy visible pero las razones personales eran más grandes que todo aquello que han tejido desde dentro del gobierno revolucionario de la Habana.
Este discurso nace por el sentimiento de preocupación que sentía Rafael por el actuar del Congreso cubano, con respecto a la sanción impuesta a Fidel Castro y su sequito de 15 años de prisión por el ataque al cuartel militar Guillermón Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Granma. De la que el propio Castro confesó: -que el proceder del gobierno y el congreso era muy afeminado- según carta que enviara a su antiguo amigo Luis Conte Agüero (1), además, -que lo trataban con rey- presidio, donde podía leer libros y deleitar su paladar con deliciosas cenas. En carta a su fiel compañera Melba Hernández (2) revela parte de su estrategia de lucha a futuro y dice un fragmento de ambas cartas:
1. (...) Luis, yo pienso que tenemos que organizar, tan pronto como sea posible,
una campaña sistemática y creciente contra esta ultrajante situación en
la que me encuentro... Este es el momento más favorable psicológicamente
debido a una serie de eventos... El Ministro de Gobierno se ha
comportado como lo que es: un perfecto afeminado; se ha plegado a todos
los caprichos de los militares y se ha dedicado a enriquecerse
desvergonzadamente (...)
2. (...) Tercero: mantengamos hacia todos un trato engañosamente suave y una sonrisa. Sigamos la misma estrategia que adoptamos durante el juicio; es decir, defender nuestros puntos de vista sin provocar resentimientos. Ya habrá tiempo más tarde para aplastar las cucarachas todas juntas. No se descompongan ante nada ni ante nadie; después de todo no perdimos el ánimo en los momentos más difíciles (...)
A dos años de estar encarcelados los asaltantes, la Cámara de Representantes, sobre la falta de criterios de estos con respecto a las acciones violentas y poco democráticas del Movimiento 26 de julio, y por supuesto de Castro. Seguidamente el discurso entero:
3. Señor Presidente y Señores Representantes:
He pedido la palabra para explicar mi voto, porque deseo
hacer constar ante mis compañeros legisladores, ante el pueblo de Cuba y
ante la historia, mi opinión y mi actitud en relación con la amnistía
que esta Cámara acaba de aprobar y contra la cual me he manifestado tan
reiterada y enérgicamente.
No me han convencido en lo más mínimo los argumentos de la casi totalidad de esta Cámara a favor de esa amnistía.
Que quede bien claro que soy partidario decidido de toda
medida a favor de la paz y la fraternidad entre todos los cubanos, de
cualquier partido político o de ningún partido, partidarios o
adversarios del gobierno. Y en ese espíritu sería igualmente partidario
de esta amnistía o de cualquier otra amnistía. Pero una amnistía debe
ser un instrumento de pacificación y de fraternidad, debe formar parte
de un proceso de desarme moral de las pasiones y de los odios, debe ser
una pieza en el engranaje de unas reglas de juego bien definidas,
aceptadas directa o indirectamente por los distintos protagonistas del
proceso que se esté viviendo en una nación.
Y esta amnistía que acabamos de votar desgraciadamente es
todo lo contrario. Fidel Castro y su grupo han declarado reiterada y
airadamente, desde la cómoda cárcel en que se encuentran, que solamente
saldrán de esa cárcel para continuar preparando nuevos hechos violentos,
para continuar utilizando todos los medios en la búsqueda del poder
total a que aspiran. Se han negado a participar en todo proceso de
pacificación y amenazan por igual a los miembros del gobierno que a los
de oposición que deseen caminos de paz, que trabajen a favor de
soluciones electorales y democráticas, que pongan en manos del pueblo
cubano la solución del actual drama que vive nuestra patria.
Ellos no quieren paz. No quieren solución nacional de tipo
alguno, no quieren democracia ni elecciones ni confraternidad. Fidel
Castro y su grupo solamente quieren una cosa: el poder, pero el poder
total, que les permita destruir definitivamente todo vestigio de
Constitución y de ley en Cuba, para instaurar la más cruel, la más
bárbara tiranía, una tiranía que enseñaría al pueblo el verdadero
significado de lo que es tiranía, un régimen totalitario, inescrupuloso,
ladrón y asesino que sería muy difícil de derrocar por lo menos en
veinte años. Porque Fidel Castro no es más que un psicópata fascista,
que solamente podría pactar desde el poder con las fuerzas del Comunismo
Internacional, porque ya el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra
Mundial, y solamente el comunismo le daría a Fidel el ropaje
pseudo-ideológico para asesinar, robar, violar impunemente todos los
derechos y para destruir en forma definitiva todo el acervo espiritual,
histórico, moral y jurídico de nuestra República.
Desgraciadamente hay quienes, desde nuestro propio
gobierno tampoco desean soluciones democráticas y electorales, porque
saben que no pueden ser electos ni concejales en el más pequeño de
nuestros municipios.
Pero no quiero cansar más a mis compañeros representantes.
La opinión pública del país ha sido movilizada a favor de esta
amnistía. Y los principales jerarcas de nuestro gobierno no han tenido
la claridad y la firmeza necesarias para ver y decidir lo más
conveniente al Presidente, al Gobierno y, sobre todo, a Cuba. Creo que
están haciéndole un flaco servicio al Presidente Batista, sus Ministros y
consejeros que no han sabido mantenerse firmes frente a las presiones
de la prensa, la radio y la televisión.
Creo que esta amnistía tan imprudentemente aprobada,
traerá días, muchos días de luto, de dolor, de sangre y de miseria al
pueblo cubano, aunque ese propio pueblo no lo vea así en estos momentos.
Pido a Dios que la mayoría de ese pueblo y la mayoría de
mis compañeros Representantes aquí presentes, sean los que tengan la
razón.
Pido a Dios que sea yo el que esté equivocado.
Por Cuba.
(Documento aportado por Lincoln Díaz-Balart a la Cámara del Congreso de los Estados Unidos)