El caso cubano no es la excepción. Desde el año 1990 en Cuba la trata de personas y su uso con fines sexuales es bien conocido. Todo comenzó con la caída de la Unión Soviética -padrino económico y militar del gobierno revolucionario- y el inicio de la etapa conocida como "Período Especial", que trajo una fuerte contracción en la economía del país, y la posterior celebración de los Juegos Panamericanos. Cada acontecimiento fue caldo de cultivo para que un grupo de mujeres comenzaran a ejercer la profesión más antigua de la humanidad, nada más y nada menos que la prostitución.
En su mayoría eran mujeres negras pertenecientes a la capital del país, lugar donde se celebraron dichos juegos. La cita deportiva atrajo a muchos extranjeros que vieron la oportunidad de viajar a una isla cerrada por su sistema ideológico al resto del mundo. Se torno, más que un jolgorio sano, una fiesta de tráfico de fluidos pagados sin edad límite. A partir de este punto ya Cuba no volvió hacer la misma y su reputación ya no era la de un país comunista en vías de desarrollo, que ofertaba sus paisajes y celebraciones como atractivo turístico: sino un territorio impúdico con fuertes bases hedonistas que solo ofrecía mujeres mulatas, ron y despelote.
Esas primeras jineteras son conocidas en Cuba como "las afortunadas", esas que ejercieron una profesión digna de tener buen estómago y agallas, pues no sabes quien será tu próximo cliente. Esas coronaron y si se encontraron un yuma que las sacara del paraíso socialista con rumbo a Europa y desde que llegaron pudieron ayudar a su familia. Claro está, no todas fueron afortunadas, se sabe de algunas que, desgraciadamente, perdieron la vida, o algún órgano en el proceso de lograr su sueño.
Los años noventa abrieron un portal que ha estado abierto ya por más de 3 décadas, y me atrevo a vaticinar que permanecerá así hasta que la crisis económica se resuelva. Y para eso sólo hay dos escenarios posibles: ocurre un cambio de sistema, o el país es capaz de generar riquezas sin ser dependientes de donaciones de terceros.
La verdad del turismo sexual en Cuba es alarmante, porque se ha normalizado un actividad que, aunque es cuestionable, ha mantenido a flote a miles de familias dentro del país, que han cedido y aceptado que ya no solo sus hijas, sino también sus hijos e incluso padres y madres de familias con estudios busquen un nuevo puesto de trabajo donde ofrecer placer sea la parte más importante de su currículum personal.
Por otra parte, la "legalización" social ha sido la clave para su larga permanencia en la vida de los cubanos, hasta el punto que el gobierno va de ciego e hipócrita, pues el turismo que viene a Cuba en una buena parte viene en busca de las exóticas mujeres. Las supuestas leyes que penan a los(as) que practican el "jineterismo" se ha vuelto papel amarillo engavetado en los grandes burós de los burócratas. En un principio, cuando la Revolución de Fidel llegó al poder, ésta tenía el propósito de exterminar todas las lacras que azotaban a cada sector de la sociedad, y durante un primer período dejaron de existir.
Pero a medida que se destruían las fábricas, se creaban inservibles programas que generaban más perdidas que ganancias, como la "Zafra de los 10 Millones", la gran dependencia de la Unión Soviética, que llegó a ser mayor que la dependencia de los Estados Unidos de América en 1958, y la catastrófica caída de ésta, llevaron a que la marginalidad aumentara y con ella todos los trabajos prohibidos.