domingo, 31 de octubre de 2021

Expectativa Vs Realidad del Teatro Guiñol Cubano (Podcast+Crónica)


Teatro Guiñol Cubano

Estaríamos cayendo en el clásico bucle de aquella imagen que no entendíamos y nos resultaba familiar por lo que representaba, de la serpiente que se engulle a si misma, llamada Uróboros. Por lo que sí, seguimos avanzando en el tema de las personalidades de esta manifestación. También hablamos de las expectativas  y la realidad que enfrenta el Guiñol Cubano. Si se han dado cuenta, en cada artículo hay un momento en el que hablamos del declive que sufrió esta expresión del arte en la década de los años 70 del siglo pasado.

Tampoco es que tengamos mucho que contar sobre sucesos o puestas en escena que marcaran de manera relevante la historia del Guiñol, más allá de la era de los Camejo, Pepe Carril, Ulises García, Amigos y sus Amiguitos y Pelusín del Monte. Porque si hay algo en común en todas las obras que he tenido el placer de ver son esos escenarios cutres; con luces muy malas y mal acomodadas; muñecos grotescos con acabados que dejan mucho que desear y que dan más miedo que ganas de seguir apreciándolos; actuaciones que en muchas ocasiones se alejan de las buenas presentaciones que podemos ver en el teatro dramático, y manejadores que dan la apariencia de perderse en el espectáculo.

De esa manera, se provoca un desligue total entre la obra, el actor y el público, consecuencia que se traduce en que mi generación, y me atrevo a decir que al menos dos anteriores, no conozcamos la calidad del buen Teatro Guiñol que se producía en Cuba en los 60. Todas las compañías tenían una calidad similar a las famosas 5 estrellas Michelín, hoy no podemos aspirar ni una buena recomendación en Tripadvisor. Lo peor es que hay que aceptarlo como una realidad establecida, y hay que luchar lo que se necesario para recuperar la calidad en esta manifestación artística. Tampoco podemos dejar de mencionar el trabajo de actores como: Armando Morales, Xiomara Palacios

Osvaldo Doimeadiós y Rubén Darío Zalazar; los grupos de teatro matanceros como Trompoloco y Teatro de las Estaciones o el Guiñol de Oriente; también se ha apelado a revivir personajes que en el pasado fueron muy aceptados  y con toda esa artillería tampoco se ha podido despertar al gigante dormido del guiñol.

Esa antigua técnica de apelar a la nostalgia no creo que ha esta altura sirva de mucho, hay que ir a la base del problema que han sido y son las malas políticas culturales que reprimen el espíritu creativo inherente a los artistas, guionistas y directores artísticos que se dedican a esta rama y han sido los más afectados por esa mano enemiga que al parecer no entiende de fino arte y de creación desde la libertad de creación artística.

 Ese espíritu libre que caracteriza a la cultura y que te hace no poder vivir sin ella. Espíritu que lleva por el camino inevitable que radica en la reflexión necesaria sobre cómo el guiñol cubano refleja la crisis cultural y social que se vive en la Cuba moderna y que se viene arrastrando desde hace muchos años. Crisis que ha retrasado y casi disipado toda la idea de esa fuerte creación artística que encarna el arte cubano, y que se suscita en la vida cultural de la isla sin importar si produces dentro o fuera de ella.

Así ha sido la historia del guiñol, marcado por una fracturación evolutiva, donde pocas veces somos participes de nuevas y originales innovaciones artísticas que vayan a embellecer y mejorar la factura física e interpretativa de esta manifestación. Como público queremos ser testigos de una escenificación acorde a lo que esperamos: que no aburra, que esté bien actuada y que toda la escenografía baile al ritmo del buen producto que anhelamos consumir. 

Ya es hora de dejar atrás esas producciones que pertenecen a un tiempo primario; aunque con esto no digo que se dejen de hacer, sino que hay que avanzar y tomar todo lo que ellos nos legaron y engrandecerlo. Viene siendo el momento de asumir con madurez que existen serios problemas y hay que resolverlos con premura; la cultura y el arte en general lo piden a gritos.

Mis expectativas no son otras que ver el esperado renacer de las marionetas y muñecones tan necesario en un mundo como el de hoy, falto de magia y amor. También hay que decir que no todo es culpa de las instituciones y grupos de teatro, las personas y la audiencia en general no nos damos la oportunidad de sorprendernos asistiendo a una pieza teatral. Y romper con el mito de que el teatro de títeres solo incluye obras para los niños. Como bien dice su nombre, es Teatro Guiñol, su función es la misma que el teatro dramático, sólo que su singularidad es que utiliza títeres en las caracterizaciones de ciertos personajes, porque también hay actores reales en todas las obras que interpretan personajes de todas las edades y géneros,

Mi consejo es que los espectadores no deben subestimar nunca al Guiñol y al arte. Son canales de conexión entre el yo consciente y el aquello que despierta las más profundas emociones y el bienestar mental. El Guiñol puede ser ese vehículo que como humanos necesitamos para salir de nuestra realidad, sólo escoja lo que quiere ver y no se limite, entregue su yo al escenario y al actor, y verá como la experiencia teatral se convierte en magia.

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